Los Relatos del Doctor Marón: Caos

Un buen día de primavera, allá por abril del 2022, me dispuse a actualizar un librito de mitología que llevaba utilizando desde hacía unos años en mis clases de Lenguas Clásicas y Cultura. No abarco, ni mucho menos, todos los ciclos míticos ni todas las leyendas heroicas, ni exhibo una colección de seres y leyendas mitológicas: es un librito, no una enciclopedia. El caso es que, en lugar de actualizar los contenidos y las imágenes artísticas relacionadas con los mismos, me puse a escribir sobre el tema primero, El Caos. Y recordé mis tiempos de estudiante del último curso de Instituto, por entonces COU, cuando el amable profesor de Filosofía nos explicaba el tema 1: Del mito al logos. Mi mente voló a tantos mitos con contenidos filosóficos, que resolví escribir un artículo para divagar libremente sobre el tema. Y entonces me vino el chispazo. ¿Por qué no lo explica otro en un mundo paralelo? Y comencé a redactar clases «on fiction» en un aula ficticia de la ficticia Facultad de Estudios Clásicos de la inventada Universidad Pomponio Ático, en memoria del editor y amigo de Cicerón. Ese otro que divaga es el Doctor Marón, en honor de la musa virgiliana.

El profesor Marón explica en la primera novela de la serie el mito del Caos, de cómo todo surge a partir de ese estado inicial que daría lugar a lo que los griegos llamaron κόσμος, el cosmos, el universo, el orden. Nace Eros, principio de unión de todos los seres, mortales e inmortales, que habitan la bóveda del cielo, nace la Tierra, nuestra sede, nacemos nosotros y también nuestros personajes. En esta primera novela, Publio Marón, el Doctor, se halla en la región turca de Frigia, escenario de tantas y tantas leyendas antiguas y allí, por decisión del destino y de la personificación de Caos, recibirá poderes extraordinarios, cuyo alcance irá conociendo durante la novela y también de la serie. Poderes que están muy relacionados con los héroes míticos de las leyendas grecorromanas que, de paso, cobran vida en los personajes que deben resolver un misterio tras el que se esconden organizaciones criminales muy peligrosas y poderosas.

En el caso de Caos: Dioses, héroes, hombres, comienza el misterio con la desaparición de una estudiante de la facultad, Grettel Pastrana. ¿Habrá sido raptada, asesinada? Todos se pondrán a buscar a la compañera modélica, tímida, de origen germánico y experta en Artes Marciales. La búsqueda está coordinada por la «periodista» de la Universidad, compañera de Grettel, la simpática e inteligente Charo Rosales, con la que pasó la última tarde en que la Sensei fue vista, en una reunión del grupo de trabajo. Recorrerán, en busca de pistas, las calles de Barcelona y de Hospitalet de Llobregat, desde la calle donde viven las dos compañeras, cada una en un barrio diferente.

La novela se desarrolla, pues, en diferentes ejes espaciales: Frigia, Barcelona, Hospitalet y con puntos de vista narrativos distintos que pilotan los distintos escenarios: primera y tercera persona, a cuyo servicio he puesto en marcha motores muy variados: realismo, realismo mágico, surrealismo, humor del absurdo, parodias, crítica social. Todo puede pasar en Caos como si fuera lo más normal del mundo, porque todo, hasta lo más increíble, inesperado, proviene del corazón infinito e informe que es Caos.

Épica

La literatura occidental nació con el género épico (épos), concretamente con el poeta que la tradición llama Homero y con los dos poemas que le atribuyen, La Ilíada y La Odisea. El épos homérico constituye la base de la educación griega, el paradigma de ἀρετή , excelencia, hasta tal punto que sus héroes desfilaron por la mayoría de las Tragedias. Y Aristóteles ya había apuntado que los héroes trágicos son considerablemente más virtuosos que los humanos coetáneos que presenciaban los espectáculos, contrariamente a lo que ocurría en la Comedia.
Tan significativo resultó el epos en la educación (παιδεία) de las ciudadanía, que nadie se atrevió a competir con el poeta que la imaginación popular describió como un aedo ciego que iba declamando sus poemas por las polis de Grecia. Sólo Apolonio de Rodas se atrevió varios siglos más tarde a escribir un poema a la manera homérica, si bien el resultado fue diferente y no tan espectacularmente exitoso. El resto fueron epilia o composiciones épicas breves y muy cultas.

Tuvimos que esperar a Virgilio y a su Eneida para volver a disfrutar la emoción insustituible del verso heroico. Virgilio integró la leyenda mítica, la primitiva historia, los elementos cultos del epilion helenístico (en los episodios casi independientes de Dido, Niso y Euríalo, Camila…) el programa político de Augusto y su visión particular…En el año 29 a. C., inició el poeta la composición de su obra más ambiciosa, la Eneida (Aeneidos libri XII) y en ella anduvo ocupado el resto de su vida, once años. Sus doce libros en hexámetros relatan las peripecias del troyano Eneas desde su exilio de Troya hasta la llegada a Italia y su victoria en el Lacio.

Cuando Virgilio elige a Eneas como héroe de su epopeya erudita, era ya ampliamente conocida, en la tradición histórica legendaria, la relación de este con los fundadores de Roma, a través de los descendientes de su hijo Iulus Ascanius, fundador de la legendaria Alba Longa y antepasado de la gens Iulia a la que pertenecía Julio César y, en consecuencia, el propio César Octaviano Augusto.  Roma necesitaba una obra con la que identificarse, un himno poético que enalteciera sus orígenes y su glorioso destino. Augusto ya había encargado a Virgilio la redacción de las Geórgicas. Ahora seleccionó al poeta de nuevo para que cantase sus gestas.  Y así fue, Virgilio se encargaría de construir el poema épico nacional que Augusto reclamaba para defender entre la intelectualidad romana su programa político y su misión como instaurador de una República convulsa por las guerras civiles que, en realidad, había transformado en Principado.