Mito e Historia: Teseo y el Minotauro de Creta

LOS PUEBLOS DE GRECIA

Los vestigios más antiguos de ocupación en Grecia datan del 40.000 a.C. Pero de estos establecimientos, sólo uno es continuo hasta el Neolítico (milenios V-III). Entre el 3.000 y el 2.000 empezó la Edad de los metales, aunque el hueso, la arcilla o la piedra fueron importantes hasta el primer milenio. Los primeros objetos de metal, armas, elementos decorativos o de culto, son productos de lujo que sugieren la existencia de una jerarquía social y religiosa. Los helenos de este I milenio conservaban en la memoria sucesivas migraciones que les relacionaban con generaciones míticas de héroes como los de la Guerra de Troya. Son muchos los historiadores que han reconstruido la historia primitiva de Grecia en forma de migraciones e invasiones. A la llegada de los neolíticos seguirían las migraciones de los anatolios, introductores de los metales. Los aqueos habrían emigrado desde el sur de Rusia hacia Anatolia, el norte de Grecia y el Peloponeso. Los dorios del norte, tal vez con la ayuda de los denominados Pueblos del mar, habrían expulsado más tarde a los micénicos. Transcurre a continuación un período del que tampoco nos sobran detalles, porque la escritura desapareció con el pueblo aqueo: son los Siglos Oscuros. El afán de las ciencias por clasificar no es ajeno a la Historia. Para ahorrar tiempo al lector resumiré describiendo dos ejes: Espacio (Continente, Islas) y Tiempo (1, 2, 3 como siempre: Superior, Medio, Inferior). Nos vamos al Espacio, Islas, concretamente Creta y aterrizamos in antiquis temporibus.

LA CIVILIZACIÓN MINOICA

Hacia el 1.600 a.C, florece la civilización minoica, que podemos considerar la más importante del Mediterráneo en aquellos tiempos. Fue Sir Arthur Evans, su descubridor a principios del siglo XX, quien propuso el nombre de minoica en memoria de Minos, el mítico tirano. Se trata de una civilización muy apegada al mar (que por algo habitaban una isla), trabajadora de los metales, conocedora de la escritura, muy aficionada a refinamientos urbanos, a pintar paredes y a practicar ejercicios temerarios, o por lo menos una minoría que gozaba de tiempo libre, porque el resto, casi todos, se dedicaba a la agricultura y a los rebaños.

A partir de 1.550 extendieron su dominio sobre el continente y sometieron a la civilización micénica que doscientos años después sería la protagonista del mundo griego. Veneraban a la Diosa Madre o Señora de las Serpientes. La doble hacha, el toro o el Minotauro son omnipresentes. El mundo minoico se caracteriza sobre todo por sus palacios. Éstos se construyeron estructurados con un patio central, al que se abrían asimétricamente pórticos con columnas o escaleras monumentales, que daban acceso a numerosísimas estancias. Las salas palaciegas eran pequeñas, incluso los salones de los nobles. Las paredes estaban revestidas de cal y decoradas con frescos: naturaleza, animales exóticos, escenas marinas, tauromaquia. ¿Era el joven príncipe representado en estos frescos con su comitiva un sacerdote rey? ¿Era el palacio el centro de vida religioso? Los pares de cuernos reproducidos tan a menudo inducen a pensar en un dios-toro que nos evoca el Minotauro, si bien las figuras religiosas femeninas son las más importantes.

La representación de barcos sugiere que los cretenses fueron unos marineros audaces y, además, algunas materias primas halladas por los arqueólogos proceden del exterior. Por eso, arqueólogos como Mark Evans, consideraron que los cretenses, al ejercer la talasocracia, fueron colonizadores imperiales. Quizás no fueron más que veladores de rutas marítimas y poco más, pero el recuerdo de los cretenses surcando los mares desde tiempos inmemoriales está fuertemente arraigado en la tradición griega:

Minos es, entre los personajes conocidos por la tradición, el más antiguo que poseyó una flota y logró el dominio del mar que hoy es griego. Ejerció su dominio en las islas Cícladas e implantó colonias en casi todas (…) Como es lógico, se dedicó a limpiar el mar de piratas para garantizar los impuestos cobrados lejos de Creta.

Tucídides, I, 4.

De hecho, Cecilio Metelo conquistó la isla entre el 69 y el 67 a.C con el pretexto de que sus habitantes se dedicaban a la piratería. Pasó entonces a formar parte de la provincia romana Cirenaica. Hay quien ve en el mito de Teseo y el Minotauro de Creta un fondo histórico muy justificable: el dominio cretense inicial y la posterior liberación liderada por el héroe nacional ateniense. El Minotauro, el rey sacerdote. El Laberinto, el palacio. Ariadna, no justificable históricamente, sería el elemento romántico de la leyenda, que exponemos a continuación.

TESEO Y EL MINOTAURO

Poseidón, dios del mar, regaló un toro blanco al rey Minos para que lo sacrificase en su honor, pero en vez de eso, Minos sacrificó otro y escondió la bestia blanca en su palacio. Como castigo por su avaricia, Poseidón hizo que Pasífae, la esposa del rey, se enamorara del animal y diera a luz un monstruo con cabeza de toro y cuerpo humano, el Minotauro. Entonces Minos, lleno de vergüenza, encomendó a su invitado Dédalo la construcción de un laberinto para cerrar a Asterión (así se llamaba el monstruo), que, por si fuera poco, sólo se alimentaba de carne humana y se volvía más ávido y feroz a medida que iba creciendo.

Mientras tanto Androgeo, hijo de Minos, era asesinado en Atenas después de que ganara en una competición en los juegos, por lo que Minos declaró la guerra a los atenienses y los venció. Al rendirse, los atenienses se vieron obligados a enviar cada año siete jóvenes nobles de cada sexo a Creta. Minos alimentaba al Minotauro con estos infortunados . Un año Teseo, descendiente de Poseidón e hijo adoptivo de Egeo, se ofreció como víctima, con la intención de matar al Minotauro. Acordó con su padre que, si lo conseguía, el barco de vuelta llevaría velamen blanco en lugar del negro de partida.

Cuando Teseo fue presentado ante Minos, Ariadna, la hija del rey, se enamoró y colaboró ​​con el héroe cambio de que después se lo llevara a Atenas. Ariadna le entregó un hilo que Teseo tenía que atar a la entrada del laberinto, para encontrar el camino de salida una vez matara al Minotauro. Según la tradición,
Teseo mató al monstruo bien con una espesa, bien a golpes, salió del laberinto con el hilo de Ariadna y se marchó de Creta con la princesa. Pese a la promesa de matrimonio, el ateniense abandonó su enamorada en la isla de Naxos, de donde la rescató más tarde el dios Dioniso. Sea como sea, Teseo se olvidó de la señal que había acordado con su padre, que, pensando en el fracaso y la muerte del hijo, se suicidó arrojándose al mar, desde entonces conocido como Mar Egeo. Atenas honró a su liberador llamándole rey. Por su parte, Ariadna, según una versión feliz de la historia, se casó con el mismo dios del vino.

Existen otros mitos relacionados con la civilización minoica y su contacto con los pueblos de la Grecia continental. Dos bien conocidos son El rapto de Europa y Dédalo e Ícaro. Existen otros mitos que relatan las relaciones entre la civilización minoica y los pueblos de la Grecia continental. Dos bien conocidos son El rapto de Europa y Dédalo e Ícaro.

EL RAPTO DE EUROPA

Zeus se enamoró de Europa, la hija de Agenor, que solía jugar en la playa con sus doncellas. El poderoso dios tomó la apariencia de un toro blanco como la nieve y extraordinariamente hermoso. Zeus fue a la playa y empezó a actuar dócil como un perrito. Las chicas se entusiasmaron tanto con la simpática bestia que Europa, incluso, se subió al lomo. Zeus, entonces, se adentró en el mar con la princesa y la llevó al continente al que ha dado el nombre.

DÉDALO E ÍCARO

Dédalo y su hijo Ícaro fueron encerrados por Minos en el laberinto que el sabio le había construido. El ingeniero inventó entonces una manera de huir realmente innovadora: ¡Construyó unas alas valiéndose de plumas y cera a! Dédalo fue, de hecho, el primer maestro de la historia de la aviación, pero, no podía ser de otra manera, su hijo y primer alumno, Ícaro, no escuchó la lección y se acercó demasiado al sol, por lo que la cera se deshizo y el chico sufrió el primer accidente aeronáutico conocido. El mar donde cayó se llamó Mar de Icaria.